Hollywood nunca aprenderá
El director, conocido por la violencia de sus películas, reivindicó el derecho de tener un arma en su casa. El actor, pacifista, se caracteriza por apoyar todo tipo de causas humanitarias. ¿Uno actúa y otro sobreactúa?
20.01.2013
Quentin Tarantino
Bang Bang El genial director se despachó hace unos días diciendo que en principio cree que “todo el mundo tiene derecho a tener un arma en su casa. Yo mismo tengo una, porque vivo solo en una casa grande y quiero poder defenderme”. Integrante de la corriente texana de los vendedores de pistolas y rifles, defendió el derecho al gatillo latente aunque, eso sí, no justificó la tenencia de automáticas. Claro, tampoco es cosa de que en un solo ataque de ira se puedan disparar alrededor de 30 balas por segundo.
Tiro por la culata En una reciente entrevista que hacía mientras promocionaba su última peli, “Django desencadenado”, Quentin -voluntarioso fan de los western- perdió los estribos con un periodista británico que le preguntó si existía una suerte de relación entre el disfrute de la violencia en la ficción y en la vida real. ¡Para qué! El periodista se olvidó de que los actores, directores, artistas en general, piensan lo que piensa Tarantino: “¡Yo estoy aquí para vender mi película! ¡Esto es publicidad para mi película, no te equivoques!”, dijo con el rostro rottweilerizado. Curiosamente, del otro lado había un periodista: “¿Así que no querés hablar de cosas serias?”. Fuerte ese aplauso...
Línea de fuego Tarantino tiene esa clase de enemigos que suelen esperarlo cada vez que estrena una película para saltarle al cuello. Sobre “Django...” las voces disidentes le cayeron criticándole la lluvia constante de violencia que hay en sus filmes (en esta ocasión seguramente aprovechando la matanza en la escuela de Newtown). Spike Lee, por caso, lo tachó de frívolo y Tarantino puso la Magnum sobre la mesa. “¡¡Es un western, no me jodan!!” Las armas secretas 1) “La violencia es una de las cosas más divertidas de ver”. 2) “Yo siempre hago una maratón de películas de terror los sábados por la noche y termino de madrugada”.
Sean Penn
Bang Bang Mientras Tarantino estaría recibiendo todo el apoyo de la Asociación Nacional del Rifle (NRA), Sean Penn, actor, pacifista y anticolonialista, tenía planeado recrear el “bed-in” donde John Lennon y Yoko Ono se pasaron una semana en una cama para pedir por la paz mundial. Buscando un efecto similar, Sean quiso hacer una reserva en el hotel Frotenvergen, a las afueras de Berlín. “Vengo en busca de paz y soledad”. La recepcionista fue tajante: “Acá no trabajan”.
Tiro por la culata El severo actor se caracterizó por apoyar distintas causas humanitarias. Estuvo -y está- en contra de la invasión de su país a Irak, en 2005 ayudó a las víctimas del huracán Katrina y también apoyó el reclamo argentino por las Malvinas. En la promocionada cena romántica que mantuvo con Calu Rivero, le sacó tema de conversación: la pobreza, los desastres naturales, el hambre, las enfermedades y, para el postre, le dijo: “Existe un cáncer que está atacando el corazón de Bolivia”. Calu pidió la cuenta y salió corriendo en busca de un poco de pop. “¡Es tan comprometido que me dan ganas de volver a ‘Dulce amor’!”.
Línea de fuego Sean Penn ganó el Oscar al mejor actor por su papel en “Río Místico”, y pese a su cara de furia de titanes, es uno de los nombres más prestigiosos y celebrados de la cantera hollywoodense. Sin embargo acaba de asegurar que jamás tuvo el amor que buscaba. “No hay que tener vergüenza en admitir que todos queremos que nos quiera alguien. Cuando miro atrás en mi vida sentimental, no siento haber tenido esa clase de amor”.
Las armas secretas “Siento que la vida que tenemos es una derrota tras otra y hay días que hasta tengo ganas de que muera Flanders”.
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